Cruyff eterno. Llevamos veinte años de ventaja.
Cuando tenía diecisiete años era 1992 y los del Barça siempre perdíamos. Es cierto que ganamos aquella liga en los años ochenta pero entre la Quinta del Buitre e interminables robos arbitrales a favor de los siempre, teníamos la moral siempre por el suelo.
No jugabamos la Copa de Europa y aquella que jugamos tuvo aquel amargo final en Sevilla que trato de olvidar sin éxito. Me enamoré de Luis Aragonés quien nos ayudó a ganar una Copa del Rey que celeramos como cinco mundiales seguidos y un buen día llegó Cruyff.
Durante los dos primeros años el Madrid nos volvió a dar y se vino un búlgaro de oro, un danés maravilloso padre futbolístico de Iniesta y el gordito holandés que metía la faltas como balas y que mi abuela celebraba: » ahora tirará el rubio y la meterá Pedrito» y casi siempre tenía razón.
Y entonces llego el tercer año en que todo cambió, arrasamos y ganamos la Liga y aquel fin de semana con los amigos en un bar llamado Masbirras y aunque perdimos contra el Cádiz aquella jornada por goleada, ganamos la Liga el día siguiente porque los otros no ganaron. Ganamos sin ganar y fuimos a Canaletas.
Después de eso, ya todo de carril con el cabezazo de Bakero en Kaiserlauten, Wembley y el gol de Koeman mientras Vialli se tapaba la cabeza con una toalla, las ligas de Tenerife con Derticia hasta la parada de González al penalty de Djukic. Que maravilla de juego, el Dream Team y una suerte que nadie podía igualar. Eso nos trajo Cruyff.
Y entonces, después de Atenas y la paliza del Milan, ya había peleas con Nuñez y entramos en barrena con Busquets de portero y Kodro y Jordi Cruyff de delanteros. Por no hablar de los Romeritos, los rusos que fichamos del Espanyol y muchas más cosas que vivimos por entonces y que me hicieron decir: «no me gusta Cruyff». Tenía 22 años y uno tiene derecho a equivocarse y aprender.
Y es así, es lo que te hacen sentir los genios, hace años que me di cuenta que me equivoqué, que no todos somos perfectos (que se lo digan a Guardiola con Chigrinski) pero la mentalidad que nos puso dentro de nosotros, sin que me diera cuenta, fue la de ganadores.
Cambió nuestra filosofía de ver y entender el fútbol y lo hizo haciendo locuras como las de «ya está Bakero tirando la bola hacia atrás». Decisiones que los vulgares, los normales como yo, no entendimos hasta que después con los años vimos lo que fundó y lo que cosechamos: nuestra filosofía de futbol. Que luego completaron Rijkaard, Guardiola, Ronaldinho, Xavi, Iniesta, Busquets, Piqué, Messi y los que vendrán. Les sacamos veinte años de ventaja al Madrid y parece que todavía no lo han entendido.
Jugamos a algo diferente que el resto de los equipos gracias a Cruyff y ahora me arrepiento de haber dicho que en su momento no me gustaba el Flaco.
Gracias por hacernos ganadores.
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